Fernán González de Eslava (2023).
Coloquios espirituales y sacramentales.
Introducción, edición y notas de Antonio Lorente Medina.
Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia, 853 pp.
[ISBN 978-84-362-7867-5].
Antonio Lorente, catedrático emérito de Literatura Hispanoamericana de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, es quien más sabe de literatura colonial, e hispanoamericana en general, desde sus inicios hasta la actualidad. Conoce, enciclopédicamente, las fechas, los acontecimientos, la legislación, los festejos, las costumbres, la moral, la religión, la milicia, los cargos políticos y religiosos..., y ¡además, los recuerda con precisión y trae a colación con donosura! Después de una decena de ediciones y monografías fundamentales (sobre Sigüenza y Góngora, Del Valle y Caviedes, el Lazarillo de ciegos caminantes, los fabulistas dieciochescos, la poesía burlesca ultramarina, la literatura indigenista, etc.) y un centenar largo de artículos, nos ofrece ahora la edición definitiva de los Coloquios de González de Eslava, a los que ha dedicado largos y pacientes años de estudio. Es el décimo volumen de una colección ejemplar que él mismo dirige, donde ya se han publicado cronistas de Indias, como Bernal Díaz, y autores de epopeyas, como Bernardo de Balbuena, Mauricio Magdaleno, pasando por Joaquín Fernández de Lizardi, Lucio Victorio Mansilla, Ignacio Manuel Altamirano, José Martí, Rubén Darío o José Eustasio Rivera.
Por fin podemos deleitarnos, y aprender, con una buena colección de teatro religioso del siglo xvi, que por su variedad de asuntos, situaciones, géneros y personajes (de carne y hueso o alegóricos, históricos y bíblicos, teológicos y costumbristas, figuras de entremés y ganapanes), y por la calidad del verso y de los recursos retóricos es todo un (re)descubrimiento. Lorente ha redactado, además, una rigurosa, y primorosa, introducción de dos centenares de páginas que es por sí misma una monografía completísima, pues resuelve todos los problemas (ecdóticos, métricos, conceptuales, de datación, biográficos, histórico-contextuales, ideológicos, teológicos, etnográficos...) de la obra del gran Eslava; cuando no ha encontrado el documento o acontecimiento, su ope ingenii es muy verosímil. Dicha introducción incluye: 1. «Construcción crítica y realidad biográfica» (2023: 20-84); 2. «El título de su obra teatral, su transmisión y cronología posible» (2023: 84-166), que se divide en tres subepígrafes; 3. «Un teatro contrarreformista» (2023: 166-196); y 4. «La lengua de los Coloquios» (2023: 196-206), donde también señala las normas de transcripción, edición y anotación.
En las primeras cincuenta páginas, engarza acontecimientos históricos, políticos, económicos, religiosos... para datar cada uno de los dieciséis coloquios, documentando perspicuamente, sin rémoras bibliográficas ni redundantes datos, con una amenidad que agradece el lector y huyendo de las frías tablas cronológicas. Eventualmente señala el contexto religioso o moral que justifica o explicita la ocasión de la escritura o representación. Por ejemplo:
algunos de los coloquios que escribió en esta década [la de 1570] constituyen un testimonio indirecto del ambiente de intolerancia contra los cripto-judíos. [...] Unas veces desarrolló dramáticamente el tema de la sustitución de la Ley de Escritura por la Ley Cristiana, como vimos en el coloquio VIII. [...] Otras veces dramatizó la acusación al pueblo judío de matar a su señor, como hizo en el coloquio XI» (2023: 75).
Tampoco tiene ningún empacho en contradecir, siempre con argumentos y documentos, las opiniones de la crítica previa (Arróniz, Frenk, Post, etc.) y actual, mucho más escasa, porque los estupendos Coloquios de Eslava estaban un tanto olvidados. Buena muestra del rigor ecdótico es, por ejemplo, la minuciosa descripción de la transmisión del coloquio V: a lo largo de ocho páginas (97-104) demuestra la errónea atribución de algunos parlamentos, en los paratextos y acotaciones, a personajes equivocados, que no se habían tenido en cuenta por los editores anteriores.
El apartado 2.3 («La cronología de sus obras dramáticas» [2023: 104-166]) es un dechado de rigor académico y una muestra excelente de cómo investigar, sin dejar de lado la crítica previa, en fondos documentales, sea por el acontecimiento que está en el origen, sea por alguna cuestión formal o genérica. Aunque «todos ellos sin excepción fueron compuestos para celebrar una fiesta concreta, o para subrayar un hecho relevante en la historia social novohispana» (2023: 109), como el XII, que tuvo que representarse tras la batalla de Lepanto (octubre de 1571) «y por el nacimiento del príncipe heredero» (2023: 117), en la segunda quincena de julio de 1572, que ilustra además con extractos de los parlamentos de algunos personajes. Fecha cada coloquio, incluso cuando los datos son difusos, como es el caso del V, porque refleja «la larga campaña político-religiosa llevada a cabo por el virrey Enríquez entre 1569 y 1574» (2023: 122). Otras veces, resalta un hecho «inadvertido hasta el momento: la inauguración de la ruta comercial Acapulco-Manila» (2023: 126), que tuvo lugar en 1573 y le sirve para datar el coloquio VII y, de paso, subrayar amenamente la importancia del evento histórico. También señala aspectos escenográficos pertinentes, como cuando recuerda que para la representación del VIII hubo un despliegue de «espectacularidad teatral, como en su mayor densidad político-dogmática» (2023: 142), porque se escenificó «la llegada de Jesucristo, que instituyó la Ley de la Gracia, de acuerdo con el pensamiento de los canonistas medievales» (2023: 143).
La omnipresencia de las directrices del Concilio de Trento, en el siguiente epígrafe, las analiza desde todos los puntos de vista, porque «no hay coloquio que no posea, en mayor o menor grado, todas las características [...] contrarreformistas», porque se trata de «un teatro esencialmente catequístico y dogmático, muy emparentado con el de Diego Sánchez de Badajoz» (2023: 176). De modo que trae a colación las principales tesis de Trento (especialmente la doctrina del libre albedrío, o la voluntad salvífica de Dios) y las analiza cumplidamente el profesor Lorente. Así lo subraya, verbigracia, la omnipresencia de la Virgen María en el X, «única mediadora directa por su condición de madre del Redentor» (2023: 192), cuyo protagonismo es patente en el VIII, o en el XIV, con la advocación de la Virgen de los Remedios, o en el IV, cuando los cuatro primeros padres de la Iglesia demuestran el misterio de la Inmaculada Concepción.
El contenido y el mensaje de este teatro es nítido y directo, pues son piezas representables que deberían entenderse con relativa facilidad, sin oscuridades teológicas o escolásticas añadidas; lo agradecería el público asistente, que seguiría muy de grado las omnipresentes quintillas, adecuadas al sermo humilis que requiere este tipo de teatro didáctico-espiritual. Lo que no quiere decir que no expusiera complejas cuestiones teológicas, como, por ejemplo, la disputa del coloquio XVI entre Entendimiento y Caridad, esta vez en octavas reales, como requiere el contenido, pues aquel se queja de la Voluntad:
Entendimiento: No siento cómo cuente lo que pasa
Caridad: ¿Pues cómo el que lo pasa no lo entiende? 610
Entendimiento: Un fuego de discordia nos abrasa,
y sola Voluntad es quien lo enciende.
Caridad: Quien tiene al que es ladrón dentro en su casa,
con gran dificultad dél se defiende.
Entendimiento: Sospecho tanto mal de su compaña, 615
que aun con el bien presumo que me engaña.
Estos coloquios son, además, una excelente muestra del costumbrismo de la sociedad colonial, porque «la mayor originalidad de Eslava estriba en el sabio aprovechamiento de numerosos aspectos de la vida cotidiana para la composición de sus piezas teatrales» (2023: 177).
Todas las obras se analizan y documentan en la introducción común, para precisar las circunstancias de la fecha de redacción o representación, o ambas, su transmisión y los problemas textuales, de modo que el texto y sus respectivas notas ocupan la segunda parte del libro. A tal fin, recoge los diversos registros, incluido, claro, el lenguaje de germanías (véase, v.g., 2023: 417). Todo nos lo relata (y uso el verbo adrede) el profesor Lorente con una prosa ágil y amena, nada prolija ni envarada, desde las circunstancias del primero en la tabla, El obraje divino, hasta el decimosexto, Del bosque divino, donde Dios Nuestro Señor tiene sus aves y animales, pasando, por ejemplo, por el pintoresco IX, Del alhóndiga divina, o el patético XIV, que ilustra La pestilencia que dio sobre los naturales de México y de las diligencia y remedios que el virrey don Martín Enríquez hizo: «Yo soy la red barredera / en quien todo mal se incluye, / yo quien todo lo destruye, / y doy muerte al que me espera / y también al que me huye» (vv. 71-75). Las grafías están actualizadas y normalizadas, los textos, excelentemente anotados. Las veintidós páginas de la completa bibliografía recogen todos los estudios necesarios. Bienvenido sea.
Guillermo Serés
Universitat de Barcelona
Guillermo.Seres@uab.cat