Jesús Ponce Cárdenas (2023).
Escolios gongorinos. Biografía, anotaciones y defensas.

Madrid/Frankfurt am Main: Iberoamericana/Vervuert, 284 pp.
[ISBN 978-84-9192-374-9].

A pesar de que el estudio de Góngora y de su inextinguible estela haya producido en el siglo pasado fulgurantes frutos filológicos, su incomparable legado en las letras españolas todavía invita a múltiples asedios desde distintas perspectivas. Entre las principales aportaciones de los últimos lustros, cabría citar tres grandes líneas: 1) las ediciones críticas anotadas; 2) el estudio de poetas que evidencian su influjo; y 3) la profundización en la polémica gongorina, con la exhumación y análisis de comentarios, epístolas y panfletos de todo perfil. El último volumen publicado por Jesús Ponce Cárdenas, Escolios gongorinos. Biografía, anotaciones y defensas, posible gracias al proyecto «Hibridismo y Elogio en la España Áurea» (HELEA), centra su atención en esta última parcela. Más concretamente, el libro supone una firme apuesta por una serie de escoliastas (Martín Vázquez Siruela, Francisco del Villar, Manuel Serrano de Paz y, en una medida distinta, Hortensio Félix Paravicino en tanto que biógrafo de Góngora) algo preteridos e incluso menospreciados por la crítica.

Tras una somera pero detallada introducción, el volumen se inaugura con «Entre Lelio y Hortensio: glosas a la Vida y escritos de don Luis de Góngora». El estudio aborda un documento de capital importancia para reconstruir el relato biográfico de Góngora que una de sus amistades más cercanas, Hortensio Félix Paravicino (1580-1633), quiso legar a sus contemporáneos como encabezamiento al Manuscrito Chacón. Se trata, como nota el filólogo complutense, de una biografía erudita o alejandrina que combina la presentación de los hitos principales de la existencia con la alabanza y la apología. El artículo examina, primeramente, la estructura del texto, tanto su dispositio como la relación con los cauces retóricos clásicos y las estrategias de las que se sirve el predicador barroco para sortear algunos de los escollos que podían presentar las andanzas vitales del cordobés (su fama de proceder de un linaje de conversos, la presencia de versos amorosos y burlescos, la oscuridad de sus obras mayores, etc.).

El trabajo también pone en paralelo el contenido de la Vida, así como su relación con la polémica, con el «Romance describiendo la noche y el día, dirigido a don Luis de Góngora», más conocido como Himno al amanecer, que combina una cronografía con la exaltación del ingenio andaluz, llegando en sus últimas líneas a sugerir una analogía entre los ataques que el vate cordobés y él mismo habían recibido por la oscuridad de sus respectivos estilos. Asimismo, Ponce Cárdenas, observa cómo se construye la ponderación de Góngora sirviéndose, sobre todo, de términos que subrayan su singularidad y que lo comparan con un gigante frente a sus enanos adversarios. Al final, se concluye evidenciando de qué manera el relato se incardina perfectamente en el marco de la polémica en tanto que «pequeña pieza oratoria que oscila entre lo biográfico y lo apologético» (2023: 46).

El ensayo «Martín Vázquez Siruela: pequeño perfil biográfico» traza la semblanza de este erudito de origen malagueño (1600-1664) hasta hace escasos años poco reconocido en el campo de la filología. Siguiendo las huellas de la Bibliotheca Hispana de Nicolás Antonio y de algunos documentos hallados por Antonio Gallego Morell, se divide la semblanza en tres grandes etapas: 1) los años de formación humanística y sus primeros pasos en la carrera eclesiástica; 2) su etapa central en la corte, como preceptor de vástagos de la alta nobleza; y 3) la época última de su vida como racionero en la catedral de Sevilla y asesor en materias anticuarias del marqués de Estepa. Entre los aspectos en los que profundiza esta indagación, resulta oportuno destacar la relación de Vázquez Siruela con los círculos cultos de Granada, según lo testimonia su presencia en los versos de Collado del Hierro. Igualmente, Ponce Cárdenas se detiene en la mudanza del admirador de Góngora a la corte en 1642 como preceptor de don Gaspar Méndez de Haro y Fernández de Córdoba (1629-1687) o su traslado final al clero hispalense. Al final, la coda del ensayo rescata su valía como erudito y humanista capaz, que por ser «algo disperso» (2023: 61) no pudo llevar a buen término todas las empresas que quiso acometer.

Siguiendo la aproximación al mismo escoliasta, el trabajo «In schedis: dos notas al Panegírico al duque de Lerma de Martín Vázquez Siruela» se ocupa de la perspectiva crítica de este erudito meridional reparando en varios aspectos. En primer lugar, se pasa revista a las valoraciones que Vázquez Siruela vertió acerca de las Lecciones solemnes de Pellicer, a quien achaca numerosos errores. Asimismo, se cotejan sus apostillas no solo con las del cronista de Aragón, sino también con las de Salcedo Coronel. Tal parangón pone de manifiesto, por ejemplo, cómo Vázquez Siruela es el único en sugerir que tras los versos «armada / de paz su diestra» (vv. 18-19) podría latir el magisterio de una de las Silvas de Estacio («Dextra vetat pugna, laevam Tritonia virgo / non gravat», I, 1). El descubrimiento del hipotexto permite concluir que, a pesar de los ocasionales excesos de pedantería, los comentarios siguen siendo imprescindibles para una cabal comprensión de los versos gongorinos.

«Francisco Villar: semblanza de un erudito barroco» ofrece un nuevo acercamiento biográfico –al alimón de una valoración de sus escritos– a otro personaje relacionado con la apología de Góngora en el contexto de la polémica. Para ello, la investigación se abre con un repaso de algunas de las líneas maestras de la trayectoria vital del andujareño (1565-1639). De entre ellas cabe recordar su paso por la Universidad de Alcalá, su obtención de una capellanía en Jaén o su regreso final a Andújar, donde habría de desempeñar distintos cargos. A continuación, Ponce Cárdenas pasa revista al perfil literario del autor y al papel que jugó, verbigracia, en la organización de justas poéticas en Andújar, así como su participación en este tipo de eventos en calidad de poeta. Una vez concluido, se entra de lleno en el debate que Villar mantuvo con Francisco Cascales a propósito de las obras mayores de Góngora y de la licitud de la oscuridad. La tendencia conservadora del murciano queda patente en el énfasis que pone en la acomodación entre res y verba, lo que a su juicio no sucede en los grandes poemas del cordobés y que contrasta con el parecer del letrado de Andújar. Finalmente, el ensayo se clausura con una serie de juicios críticos acerca de los fragmentos de Villar, de entre los que puede citarse aquí el interés que muestra en el Góngora epigramista, faceta minusvalorada por muchos de sus contemporáneos.

El artículo «Contra el injusto olvido: Manuel Serrano de Paz» acomete el rescate de uno de los glosadores más denostados por la crítica. El ovetense Serrano de Paz (1605-1673), procedente de una familia de médicos y jurisperitos, tras cursar estudios de Matemáticas en Salamanca regresaría primero al domicilio familiar en Monforte de Lemos para terminar instalándose de manera definitiva en Oviedo. El artículo, además de estos avatares biográficos, se detiene en la participación de Manuel y sus hermanos, Faustino y Tomas, en algunas de las justas poéticas celebradas en la capital del Principado de Asturias entre 1639 y 1667, para las cuales compusieron textos poéticos y de varia índole. Se puede mencionar, a este respecto, un elogio neolatino bosquejado por Tomás Serrano de Paz para las exequias de 1666 por la muerte de Felipe IV. Dejando a un lado tales aspectos, Ponce Cárdenas dedica algunas páginas a valorar los dos tomos de comentarios a través de algunos ejemplos. El comentario a los versos 96-101 de la Soledad segunda, en los que se menciona al salmón y al ródalo, permite al ovetense aducir numerosas autoridades para demostrar por qué resulta pertinente calificar de «travieso» al ródalo según reza la silva de Góngora. Finalmente, el ensayo se cierra con un acercamiento a la propuesta de interpretación alegórica esbozada por el matemático asturiano. Según nota Ponce Cárdenas, dado que Góngora tenía fama de ser el Homero español, no resulta del todo descabellado acercarse a su obra de una manera semejante. No cabe tampoco olvidar, por otro lado, que tal interpretación «permitía esquivar una de las tachas que los detractores del poeta atribuían a su obra maestra: el carácter humilde, vacuo y evanescente de su asunto» (2023: 184-185).

La colectánea se cierra con «un opúsculo manuscrito: los Fragmentos del Compendio poético», una edición precedida por un completo y documentando estudio introductorio. Se trata, recordemos, de un escrito polémico del cual solo se conservan dos partes, las proposiciones sexta y séptima. El ensayo atiende a cuestiones como el contexto de producción de la obra, su datación o la estructura y tipología de los argumentos esgrimidos para probar la primacía de Góngora entre antiguos y modernos. Asimismo, el autor de la edición aborda las fuentes citadas por el Compendio, que incluyen clásicos grecolatinos, autoridades neolatinas y los principales teóricos áureo-seculares. De este modo, las opiniones del jiennense se apoyan en los escritores más autorizados sobre la materia. Por lo que concierne a la edición propiamente dicha, se sigue el único testimonio conservado (el BNE ms. 2529), sobre el que se aplican numerosas correcciones para paliar sus múltiples errores debidos a los copistas. Además, el texto viene generosamente anotado con glosas que se ocupan tanto de aspectos confusos y referencias a obras y personajes como de la remisión a las ediciones más autorizadas de los distintos textos citados, sean de Góngora o de otros escritores.

Con todo lo expuesto, cabe concluir que Escolios gongorinos supone una valiosa contribución al estudio de varios actores, tradicionalmente algo desatendidos por la crítica, implicados en la mayor controversia de la literatura española. La doble perspectiva que domina el trabajo –el estudio biográfico y el análisis filológico de los escritos– se antoja como el mejor planteamiento para avanzar en la cartografía de un universo intelectual rico y lleno de hallazgos sutiles para enriquecer la comprensión tanto de Luis de Góngora como de la mentalidad humanista en los años centrales del siglo xvii.

Alberto Fadón Duarte

Universidad Complutense de Madrid

afadon@ucm.es